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lunes, 18 de febrero de 2008

EL AMOR SIN AVARICIA EN ARABIA


Me eché una siesta. Al principio soñé en su rostro luminoso , después toda esa luz, similar a una erupción volcánica, se transformó repentinamente en oscuridad.
Lo único visible eran dos siluetas que en un primer vistazo tenían la forma de cuerpos humanos. Lentamente los veía acercarse hacia mí. Las gotas de sudor brotando de mi frente lo hacían para escapar de lo que ya era inevitable, mis brazos eran aprisionados con la fuerza de poseer. En unos segundos ya mi cuerpo estaba húmedo de sudor.
De estar acostado en posición recta encima de un sillón cambié sin desearlo a tener que levantarme sobre el suelo frío y blanco de mármol que tiene mi casa. Un escalofrío inició por mis pies desnudos hasta recorrerme todo y alojarse en mi cerebro. Al mismo tiempo mis ojos consiguieron distinguir la expresión del rostro de ese par de entes nocturnos que mantenían sus labios sin gesticular palabra, con sus frentes arrugadas que denotaban molestia, por saber qué algo no debía ser.
Al darse cuenta que los miré decidieron de forma sincronizada estrangular cada uno de mis brazos, fue entonces que uno de ellos gritó: ¡Estás en problemas pendejo! Esas palabras con tono de gravedad despidieron cualquier rastro de tranquilidad en mí. El temor había petrificado mi mente, que no conseguía deshielarse del miedo y entender qué sucedía.
La cólera de mis dos visitantes secretos aparentaban provenir de ultratumba por su respiración de fuego y su diabólica soberbia. La lámpara de mi habitación fue encendida por uno de aquellos hombres inoportunos. Sus vestimentas eran de civiles con traje sastre.
Repentinamente una voraz voz provenía de otra persona, un tercero, el cual se ubicaba a mis espaldas “Hadithi Eres una amenaza. Tus acciones de ignorar las leyes y creencias religiosas serán castigadas”.
Hadithi radica en Arabia Saudita, y al igual que los miembros de esta sociedad árabe son presionados desde su juventud por sus padres y una sociedad en su mayoría musulmana, que acepta comercialmente la venta de regalos, como prendas, flores dulces, por ser un buen negocio, pero al ser catorce de febrero entonces ese criterio se transforma en rechazo, por lo menos entre los miembros más conservadores, al valorar con malos ojos las celebraciones occidentales como el día de San Valentín, en que es utilizado el color rojo como icono del amor y la pasión.
Hadithi, un joven de 22 años quien es originario de los Emiratos Árabes Unidos, lleva un par de meses viviendo en esta nación abundante en petróleo. Antes de su llegada recuerda haber visto algunos periódicos que informaron: “las personas al no obedecer las prohibiciones de adquirir objetos color rojo, por incitar a tener sexo fuera del matrimonio, se arriesgan a perder sus trabajos, familias y amigos" si son descubiertos in fragante.
--Ya no existió ni una pregunta de querer saberlo todo. Tuve que reconstruír mi salidas en silencio, en las que abandoné, es cierto, la legalidad religiosa de este pueblo establecida por los miembros de la llamada "Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio".
He de recordar --afirma Hadithi, acerca de un lugar que visitó recientemente en vísperas del 14 de febrero--, la búsqueda de una estrella carmeci, entre callejones que parecen un cielo en el silencio. Sí, en aquellos laberintos , que no son inspeccionados, en apariencia, por los Mutawa, policías religiosos. En estos sitios se hayan los pétalos más delicados y resplandecientes que brillan con más intensidad por conformarse en la clandestinidad, a las afueras del dominio Mutawa, donde “algunos floristas se arriesgan a ir en contra de las ordenes de vender cualquier cosa de color rojo, sean flores, cajones o papel”
En Arabia Saudita la resistencia es de vivir una angustia muda, porque se aplica una interpretación estricta de la "Sharía" o Ley Islámica. Por lo tanto La policía religiosa tienen que vigilar que las tiendas y los comercios no vendan productos con color rojo, únicamente el 14 de febrero.
Lo que sí es constante es que se cierren las puertas de tiendas y almacenes durante las cinco oraciones diarias que exige el Islam, para que los hombres acudan a las mezquitas para esas cinco plegarias.
En cambio, los enamorados de todo el mundo extraen de sus bocas un grito ensordecedor, en honor al día de San Valentín, una fiesta con poca tradición histórica y menos originalidad aún en sus propuestas, que no sale del regalo de rosas y chocolates para celebrar.
A pesar de las opiniones contrarias de líderes religiosos musulmanes, quienes están en contra de celebrar la memoria de San Valentín, un sacerdote que murió en Roma en el año 270 tras sufrir azotes, persecución y decapitación por oficiar bodas clandestinas después de que el emperador romano Claudio II las prohibiera.
Los musulmanes en aquella fecha parecieran apagarse en una ciega sordera, pero con tal de conseguir obsequios en el día de San Valentín recurren al mercado negro, donde las personas pagan por “una sola rosa entre 20 y 30 reales saudíes (entre 50 y 80 pesos) en la fiesta de San Valentín, pero si se obtiene una rosa en otra temporada, el precio estará entre 7 reales saudíes (unos 18 pesos)”. Asegura la revista Saudi Gazzett.
Esta publicación electrónica expresa que el acceso a la Internet que pueden tener cientos de jóvenes propicia que al visitar páginas Web extranjeras, descubran que son de las únicas sociedades en el mundo que si desean demostrar su afecto el día de San Valentín con lencería o rosas rojas podrán ser encarcelados debido a la presión social" que se vive en Arabia Saudita. Ddonde amar un dulce instante puede provocar una insólita lujuria, y una gula voraz, que siempre será desierta y con un fin callado, pero no mudo en indolencia del amor.

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