En otros ayeres, en tiempos no muy, muy lejanos, la censura en los Medios de Comunicación era escondida por ordenes de gobiernos, como las dictaduras militares latinoamericanas, decididas a cerrar diarios por la información publicada. En México no han existido dictaduras militares como en la Argentina, Uruguay, Nicaragua, Brasil, Chile, en los años setenta, sin embrago si se ha experimentado la censura, como el golpe al diario Excélsior, en 1976, cuando Julio Sherer García era el director general.
En esa época no le gustaba a Luis Echeverría Álvarez, Presidente de México, lo que se publicaba en el “Diario de la vida nacional”, y decidió orquestar la muerte del periódico, retirando publicidad, el echo se concretó y salieron las mejores plumas del Excélsior.
José López Portillo, fue el sucesor de Echeverría para asumir la presidencia de la república. Él, sí parecía tener una apertura con los medios y con Sherer, pero en un arrebato el presidente dijo con un tono viseral dijo: “No pago para que me peguen”, una frase histórica, el ejemplo de sentirse con todo el derecho de quien da dinero a un periódico o una publicación como Proceso, al obtener presupuesto por la incersión de propaganda gubernamental.
En la actualidad mexicana sigue existiendo el amordazamiento de las ideas y de las palabras, con una variante, censurar la censura, este agravio, no sólo es adjudicable a políticos, también a empresarios, a los dueños de Medios de Comunicación, es más también a los propios periodistas, comunicólogos y comunicadores que se autocensura para no afectar su propia economía y los despidan o dejen de perseguir “el chayo“.
En la mayoría de trabajos en periódicos, radiodifusoras, empresas de televisión, se obliga a sus empleados a acatar una línea editorial, de la cual no se puede salir nadie porque se le sanciona, dejándolo inactivo días, semanas o en el último caso hasta ser despedido.
Los motivos llegan a ser porque se les pide presentar una imagen favorable de un líder o para callar alguna información, la cual puede provenir de poderes ocultos: de mafias o narcotraficantes, que son, junto con los anteriores, los mayores causantes de muertes de periodistas en México.
Origen de la censura periodística
En el año 2005 las Naciones Unidas crearon un documento para salvaguardar la Libertad de Opinión y Expresión, aquí un fragmento: “La censura previa, interferencia o presión directa o indirecta sobre cualquier expresión, opinión o información difundida a través de cualquier medio de comunicación oral, escrito, artístico, visual o electrónico, debe estar prohibida por la ley. Las restricciones en la circulación libre de ideas y opiniones, como así también la imposición arbitraria de información y la creación de obstáculos al libre flujo informativo, violan el derecho a la libertad de expresión“.[1]
A su vez, la Convención Americana sobre Derechos Humanos estipula en su artículo 13, que “toda persona tiene el derecho a buscar, recibir y difundir información y opiniones libremente siempre que sea veraz. Así es la libertad de expresión es un derecho fundamental inherente de todas las personas“.
Las leyes, tratados y normas mundiales plantean la libertad de expresión e información, pero la realidad es otra, Gerardo Albarrán de Alba coordinador de Proyectos Especiales de la revista Proceso, está convencido que el control gubernamental de la información tiene sus antecedentes a nivel mundial en la guerra de Crimea, en 1854, “se ejerció la censura periodística, particularmente sobre las imágenes, que entonces eran armadas en placas de metal, conocidas como clichés. Al fotógrafo británico Robert Fenton se le prohibió imprimir imágenes crudas de la guerra supuestamente para no alarmar a las familias de los soldados.”
No obstante, la prensa escrita difundía crónicas detalladas de las batallas, lo que produjo serias reacciones del ejército inglés que cerró el paso a la práctica independiente del periodismo: a principios de 1896, hizo obligatoria la acreditación de los reporteros ante las autoridades militares.
Otro suceso fue a finales del siglo XIX, William Randolph Hearst, director del periodico New York Journal, obligó al gobierno de EE.UU a la invasión militar de Cuba en 1898. Hearst había enviado a un reportero y a un dibujante a La Habana; éste último, Frederic Remington, telegrafió a su jefe pidiéndole autorización para regresar, pues no había nada que informar. "Todo en calma. No habrá guerra", le explicó a Hearst. La respuesta del empresario periodístico es célebre: "Ruégole se quede. Proporcione ilustraciones, yo proporcionaré la guerra".
Los demonios de Lydia Cacho
En México un caso de censura por difundir información lo ha vivido Lydia Cacho Ribeiro, periodista y protectora de los derechos humanos de mujeres. Ella puso al descubierto una la red de pederastas y de funcionarios que son protegidos por poderes de gobierno.
Cacho Ribeiro, quien radica en Quintana Roo lo hizo al publicar el libro Los demonios del edén. El poder detrás de la pornografía infantil. en el, no sólo se denunció abusadores de menores y autoridades, también se crítica a las instituciones de justicia, y ¿por qué?, por una cuestión, permiten la impunidad de un tema tan delicado como es la explotación sexual infantil y la violación de los derechos humanos, nada más eso.
Lydia Cacho Ribeiro fue detenida y encarcelada de forma arbitraria después de haber escrito Demonios del Edén, en donde se menciona la operación de una red de pornografía infantil y lavado de dinero representada en Cancún por Jean Succar Kuri, y su protegido, Kamel Nacif Borge y poderosos políticos.
¿Quién permitió que se le encarcelara y bajo qué cargos?, Kamel Nacif mantiene nexos con el gobernador de Puebla, Mario Marín, él aceptó realizarle un juicio en su estado, por cargos de difamación en contra de su amigo Nacif, quien instruyó a policías judiciales de ese estado para llevar a cabo la detención de Lydia Cacho, quien saldría bajo fianza y como era de suponerse, ella interpuso una demanda contra el empresario y contra el propio gobernador de puebla por privarla de su libertad.
Semanas después de este hecho, la opinión pública en México se enteró de una conversación telefónica entre Mario Marín y Kamel Nacif, la cual podría haber sido una prueba para que las fiscalias encargadas del Caso Lydia Cacho ejercieran un juicio penal contra Nacif, y uno político contra Marín, pero ese audio, no fue una prueba suficiente para que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dictaminaran en contra de estos dos personajes que quedarán en el recuerdo de los mexicanos por los cogñaques que les gusta echarse al Rey de la Mezclillal y al gober precioso del estado de Puebla.[2]
La investigación del caso Lydia Cacho continuó y los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) concluyeron el pasado 29 de noviembre que no existió violación grave de garantías individuales de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, con lo que el gobernador de Puebla Mario Marín quedó exonerado de haber "confabulado" en contra de ella.
La decisión fue con seis votos de los ministros Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela Huitrón, Sergio Valls Hernández, Guillermo Ortiz Mayagoitia y Margarita Luna Ramos quienes concluyeron que “no se violaron las garantías fundamentales de la periodista y escritora de Los Demonios del Edén, texto que le costó su libertad y una denuncia por difamación“. (La Jornada/29/11/07).
Los argumentos del ministro presidente Guillermo Ortiz Mayagoitia para fallar a favor de Marín fueron: las llamadas telefónicas entre el gober precioso y Kamel Nacif (el rey de la mezclilla) no constituyen una prueba para el caso, por lo tanto no hay delito que perseguir .“
Los ministros aplicaron la Ley contra Cacho, y quien también es partidario de este abuso indiscriminado de poder es Felipe Calderón, quien el 17 de febrero del 2006, como candidato del PAN a la Presidencia de la República se hallaba de gira en Puebla, y tres días después de la difusión de la conversación, entre el empresario de origen libanés y el gobernado poblano, expreso su opinión: "mi repudio y mi mas enérgico rechazo a la actuación del gobernador. Él cometió una terrible violación, un atropello a todos los poblanos y a todo México. Si permitimos que ese atropello se consume y quede impune, también ocurrirá en otras partes".
En el diario Reforma, el periodista Granados Chapa opinó el 5 de junio en su columna “Plaza pública” acerca del hecho anterior: “Ya como Presidente seguramente le explicó a Marín “que aquel gesto de febrero del año pasado fue sólo una operación para los medios, de allí la convicción de Marín de que el asunto está superado“.
Lydia Cacho ha enfrentado la censura eterna, la de perder la vida por denunciar un crimen desde su labor como periodista. Recientemente la revista dominical Días siete en su número 381 publicó una declaración de ella: “No me arrepiento de nada, espero llegar a vieja, pero si no fuera así, creo fervientemente en el papel del periodismo como linterna del mundo, como un derecho de la sociedad para saber y entender, creo que los derechos humanos no se negocian. Mi caso no es el de una mujer, es el de un país, y México es mucho más que un puñado de gobernantes corruptos, de empresarios ambiciosos y de criminales organizados. Mientras viva seguiré escribiendo y con lo escrito seguiré viviendo”.
[1] Mecanismos Internacionales para a Promoción de la Libertad de Expresión, www.sdp.com
[2] Entre estos medios destacan las grabaciones de diversas conversaciones telefónicas, publicaciones periodísticas, informes rendidos por autoridades de Puebla, el video de la detención de Lydia Cacho, audio de una entrevista televisiva con Kamel Nacif, audio de entrevista periodística con la juez quinto penal de Puebla, copia certificada de diversos expedientes personales de servidores públicos relacionados con la detención y procesamiento de la periodista e informes rendidos por empresas de telefonía y telecomunicación, entre otros.
1 comentario:
el periodismo siempre encontrará un pretexto que lo limite en ideas y lo obligue a ser condescendiente con los "intereses". Lo más que los medios apuestan por los periodistas, son "momentos espontaneos de libertad"; que son esos 5 minutos o menos, que se le otorgan al periodista para hablar como debe de ser de cualquier hecho -de interés por supuesto, en ese momento-. Y si le va bien, conserva su empleo y se le reconoce el haber hablado de "eso". Pero si le va mal, pierde su espacio en el medio y aún así, se le reconoce el haber dicho "eso" de manera completa y comprometida -con el público, claro está-.
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