Entradas populares

jueves, 12 de junio de 2008

“No soy ministerio público, trato de ser un periodista”

Le quita al silencio el momento de existir. Rellena con una voz grave a la palabra y envuelve con tono sarcástico los gestos de su rostro. Elementos fundamentales, al expresarse Javier Solórzano Zinzer, quien evidencia su hablar con metáforas. Necesarias al dar un comentario, una explicación.
Su profesión de periodista lo hace que tenga puesto los zapatos más acojinados por dentro, al estar continuamente en movimiento, como nómada de un lugar a otro.
Su trayectoria en el mundo de la comunicación en México ¿lo sitúan como uno de los informadores de radio y TV, en una carnicería por obtener raiting, o deseoso de la fama y el poder omnipresente que un día tuvo Jacobo Zabludovsky?
Una pregunta, la cual consiguió estirar sus labios de Javier Solórzano hacía sus ojos, para despertar en él, una sonrisa, que no mostraba su dentadura, hasta que…fracción de segundos después respondía con tranquilidad…“si existe, ¡no me rajo!, pero yo no estoy en la lista, me interesa hacer lo que puedo hacer”.
Además, --empezando a desmenuzar la pregunta—, --mucha gente nunca lo querría, por lo que significó hace muchos años. ¿Hoy todo se es democrático no?, ¿dónde se estaba hace 15 años? --Cuestionaría a la propia pregunta y definiría--: --Con programas de TV que hablaban maravillas del PRI y del gobierno.
El conductor de los programas: Solórzano en la red, del Canal 22 y Radio Trece Noticias, al concluir su respuesta miraba las manecillas de su reloj para atender su tiempo, y es que minutos antes había concluido de moderar una de las conferencias del Encuentro internacional de cultura y medios, organizado por Televisión Metropolitana, en el Aula Magna José Vasconcelos, del Centro Nacional de las Artes, y de bote pronto le buscaban los flash de cámaras para “una foto por favor”.
Con actitud humilde y sin soberbia Javier Solórzano aceptaba la docena de peticiones de inmortalizarlo digitalmente, y de responder a las preguntas de quien se acercaba a conversar de algunos temas que le apasionan, el fútbol y estar frente al micrófono. Sus inquisidores, fueron en su mayoría mujeres jóvenes, estudiantes de la carrera en Ciencias de la Comunicación.
Algunas quedaban rezagadas porque otras “llegaron primero”, para estar frente a él, en ese lapso de espera, un grupito murmuraría: “Si que es alto y sus ojos se ven azules. En serio. Vean su cabello, es casi plateado ¿no?”.
Mejor muévete que ya se va. --Le insistirían con carcajadas a una persona convencida en que, “si hay Luís Miguel de la noticia, por qué no ha de haber el Richard Gere de la información”.
La experiencia laboral lo ha llevado a reflexionar sobre una pregunta ¿Si se asume como líder de opinión? Del cual está seguro no serlo “por ser un concepto peligroso”. Pero ¿Cuál podría ser la función de un líder de opinión?
--al ejemplificar su respuesta, se evidenció su conocimiento como periodista en IMEVISION, después llamada TV Azteca, pasando por Televisa.

--El sentido que tenemos que tener los que escribimos, o estamos frente aun micrófono, o salimos en la televisión, debe ser múltiple. Especializarnos en algunas áreas. Entender lo que pasa en el país. Entender que hoy no tiene sentido decir nada sino has escuchado a los partícipes de una información. El concepto de ¿líder de opinión?, –dudaría con tono de incertidumbre—, --Me duele un poquito el estómago, porque realmente no sé cómo contestar, porque nadie me ha dado el título. No terminé de estudiar y me dijeron desde mañana tiene el título de líder de opinión. Es un concepto muy usado, con cierta perversidad.

Libertad de expresión

La dirección efímera del diario El Independiente, del que era dueño, el empresario argentino, Carlos Ahumada, hasta sus incontables mancuernas, ya sea en radio o en TV con Carmen Aristegui, son momentos en su vida que pueden dejarlo en la imagen colectiva de telespectadores o radioescuchas, como un Solórzano que ha vivido de cerca la evolución de la ¿libertad de hablar?, de ver los programas de análisis transmitidos en televisión cómo Zona abierta y Tercer grado, por mencionar ¿ejemplos de una generación de libertad de expresión en México?

--Es un buen asunto, que no te voy a contestar, --respondería tajantemente Javier Solórzano.

E.: ¿Por qué?

--No me siento en posición de juzgar a mis colegas. Nunca lo he hecho. La libertad de expresión, la tomaría como una de las bases para intentar de entenderlo. La otra parte es que se va ensanchando la libertad de expresión. El que veo es el de Denise Maerker (Punto de partida), porque va al meollo de las cosas.


E.: Entonces siente que ¿La línea editorial en las empresas donde ha trabajado afecta su ética periodística?

--Contestarlo es muy largo, porque es un problema que tengo desde hace 35 años. Me ha pasado de todo por fortuna. Esto es como Emiliano Zapata, “la tierra es de quien la trabaja”, la libertad de expresión es de quien la trabaja.
–como gato que se eriza, Javier Solórzano, al responder, subía los hombros como deseando tocar su cuello--. --Me han tratado de cerrar las puertas. Nunca he hecho algo de lo que me arrepienta. He batallado e intento de insertarme en un país que uno siempre quisiera. Es como un juego de los niños: ¡los de adelante corren mucho y los de atrás se quedarán!

Su espontaneidad fluía como todo un rayo de luz, mientras las luces del Aula Magna de la Sala José Vasconcelos eran apagadas para ir desalojándola, y así con una tenue mirada por la escasa iluminación y un par de momentos en que posaba su mano en su frente, evocaba sus recuerdos, Javier Solórzano al definir ¿qué ha sido el periodismo en su vida?

--El periodismo me atrapó en la vida. Quería ser sociólogo e irme a vivir al campo. No me fui por problemas familiares. Me atrapó el periodismo. Cuando tenía 11 años de edad, leía el Excélsior, y me gustaba hojear la sección de deportes. Me interesaban dos cosas: cuándo jugaban los Diablos Rojos del México y cuánto quedaron las Chivas. Descubrí que tenía un sentido común banal y barato, deseaba saber qué pasaba. Lo que me costó trabajo fue irme metiendo en algún lado. Le guardo respeto a la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco (UAM) porque trabajé en ella durante 15 años de investigador. Quería estudiar análisis de contenidos. Deseaba saber qué pasaba en el país, porque nada es casual. Como me dijo el Subcomandante Marcos: “iba a Acapulco, pero me desvié a Chiapas”, ¿qué quiere decir esto?, en mi caso, terminé desviándome a Zihuatanejo, pero iba a Acapulco. Era lo único que tenía claro, deseaba ir para allá. Mis rutas no importaban. Lo que quería era hacer esto. En este momento estoy muy tranquilo porque no soy ministerio público…trato de ser un periodista.

Su exploración cotidiana en el mundo, le ha de exprimir sus sentidos, a un punto de ¿Ejerce el periodismo con pasión?

--Por su puesto, sino hay pasión en la vida no hay nada. Sino sudas y sientes cosas nuevas. Si no hay pasión no hay diversión. Diario trato de no perder de vista que es una oportunidad, ahí de mí si se me va. Trato de no fallar goles. Si fallo intento jugar el partido de revancha, pero me importa más la ética, los principios, que equivocarme, porque cualquiera se equivoca ¿No falla Ronaldinho los penales? --Dejaría Javier Solórzano esa pregunta sin fecha de caducidad, como sus pasos pasajeros que se alejan, igual que las luces, y una estela, su voz, que se va perdiendo lentamente, hasta quedar únicamente silencio y oscuridad.




No hay comentarios: