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viernes, 26 de septiembre de 2008

Conquistan el Teatro de la Ciudad Don Quijote y Sancho Panza



La compañía Nacional de Danza reestrenó este inicio de septiembre, el ballet Don Quijote. La historia representada en cuatro actos, se centró en el capítulo XIX de la novela de Miguel de Cervantes.
En la búsqueda de aventuras, el andante Don Quijote junto a su fiel escudero, se toparon con un pueblo coqueto. Armonioso en baile, doncellas y taberna.
A primera vista, un público numeroso. El escenario cautivo por una veintena de bailarines, que en todo momento se aferraron a los redobles de tambor, al ajetreo rítmico de flautas solidarias con la verticalidad de castañuelas, fijadas en las siluetas que vencen al olvido y la muerte, en un ambiente de amor, desdicha y alegría.
Los movimientos de desplantes que frotaron el suelo, con los dedos de los pies ocasionaron en variados momentos, el aplauso eterno, por haber dejado un aroma de entretenimiento, que sumado fue de un lapso mayor a dos horas.
Las risas brotaron por el sigilo pícaro de un Sancho Panza voluminoso, dotado de humor. Y el silencio, se estremeció para contemplar la imaginación sin límites de Don Quijote, un caballero andante. Envuelto en una armadura, con tal de ayudar a los débiles y retar a las injusticias.
En su camino, el hombre lánguido y valeroso cree encontrar en el rostro de una joven de nombre kitri, la imagen de su amada Dulcinea. Don Quijote se entera que es hija del dueño de la taberna del pueblo, quien ha dispuesto que se case con el noble Gamash, aunque su hija en realidad ame a Basilio, el barbero.
Así, Don Quijote se atreve a salvaguardar ese amor entre los dos jóvenes.
La primera vez que montó La compañía Nacional de Danza, Don Quijote fue en el Palacio de Bellas Artes (1998).
Sin embargo, el primer intento de ser trasladado el texto de Miguel de Cervantes a danza fue en 1869, por el coreógrafo francés Marius Petisa. Del cual, se basó la profesora Natasha Lagunas para montar este clásico de la literatura.
Al inicio y final de la presentación de la obra, se pensaba que Sylvie Reynaud, la nueva directora de la Compañía Nacional de Danza apareciera en el escenario, para presentarse ante el público. Esto no sucedió.
La nueva titular llega a una Compañía impregnada por un ambiente de tensión, debido a deficientes condiciones laborales y discriminación por parte de su antecesor, Dariusz Blajer, quien declinó al cargo de director, el miércoles pasado.
La renuncia de Blajer fue dos meses después que aconteció la protesta de bailarines y técnicos de la Compañía Nacional de Danza, en el teatro del Palacio de Bellas Artes, a escasos minutos de realizarse la función de Carmina Burana, para exigir la destitución de él, por crear políticas hostiles hacia la mayoría de los trabajadores.

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