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domingo, 8 de febrero de 2009

En México se abusa de "tocar"

Reverdecen las llamas. Inundan raíces. Sus interpretaciones calmas, tranquilas, ideales para beber un vino blanco en el día, consiguieron navegar exitosamente en la presentación de su primer disco titulado Pangea, ya que así se llama el grupo.
Son asiduos a fusionar el funk y el rock. Para ubicarlos mejor, realizan apariciones en el programa “Platicando con Carlos Alazraki” transmitido por canal 40.
Su sonido fue apreciado en vivo, en la plaza principal del Centro Nacional de las Artes (CENART). El lleno fue total, a pesar de que no recibieron apoyo en la difusión y promoción.
“En esta presentación no cobramos. Hay dos modalidades para tocar en el CENART, recibir un contrato o pedir el espacio. Nosotros pedimos la Plaza de las Artes para el lanzamiento del disco. No hubo ni apoyo en posters. Porque la institución afirma padecer la falta de recursos.” Comentó Gabriel González, el bajista y fundador de Pangea, agrupación de jazz creada en 2004.
Dentro de la banda se encuentran el zig-zag de dedos en el saxofón de Sergio Galván, , el amanecer oportuno de la trompeta escocesa, Gus Andrews, el implacable tecladista Pepe Morán, el bajo acariciador hacía los oídos, de “Gabo” y los racimos en cada golpe de batería de Marco Castro, quien ha sido discípulo de Chema Arreola.
Son una banda de jazz que a pesar de los breves destellos de explosividad en la interpretación de sus propias composiciones, lograron un ambiente festivo, al reunir las parejitas de chavos entre 18 y 25 años, las señoras con sus hijos en carreolas, y los prodigios de la supervivencia, sesentones y más.
“Es difícil en lugares como el CENART, será bonito por su carpa, el marquito, y las escaleras en forma de montaña. Pero como estás a la intemperie te tocan climas como el de este sábado, se te congelan las manos. Se sufre, los dedos deben estar flojos y relajados, y así se entumen”.
Mientras se oían melodías como “Sueño de alebrije”, “Fuego verde” y “The fixer”, en un concierto que duró más de hora y media, la posibilidad de comprar un cafecito que no fuese de maquina tragamonedas, fue un hecho, se colocaron dos puestos, para hacer frente al frío, con un “Jarocho”
“Nos apoyó “Café Jarocho”. Su dueño es amigo mío. Le propuse ayuda en la difusión de posters y flayers. Se hizo el convenio de venir a ofrecer su producto a cambio de promocionarnos en sus sucursales”.
Relató Gabriel González, quien hizo la carrera de Jazz en la Escuela Superior de Música. Y recordó cómo fue su acercamiento al mundo de la música
“Inicié a los 10 años en la Escuela Nacional de Música. Tocaba guitarra clásica. En la adolescencia le entré a una banda de rock. Algo curioso sucedió, no había bajista, como siempre pasa, y habíamos dos guitarristas. Pero era urgente, se necesitaba que alguien agarrara el bajo, lo hice y me encantó”.
“Alguien clave para que me enamorara del bajo eléctrico fue Jaco Pastorius, ¡una leyenda!, la historia del bajo es antes y después de él. Le quitó los trastes a su bajo Fender, dándole un sonido más similar al del contrabajo.” Es que Stanley Clark, Jef Berlin, Marcus Miller, Patitucci y Victor Wooten, sólo les ha quedado admirarlo.
En cuanto a su primer material de Pangea, en alusión al nombre que recibió la unión de los cinco continentes del planeta Tierra, hace millones de años.
“El disco salió apenas por cuestiones económicas. Son 2 mil ejemplares. En sus diez canciones se refleja nuestra unión. Tocamos con lo que sale del corazón. El público lo notará al conocer nuestras composiciones. Las cuales son sólidas. Hay muchos colores. Piezas que son street jazz y otras le tiran al funk y a la atmosférica.”
Pangea, ha vivido experiencias gratificantes y adversas que ayudan en su formación, como participar con Carlos Alazraki, en un programa de TV.
“Somos una banda independiente,Alazraki, en un inicio quería que tocáramos sólo covers, pero al hacerlo, los integrantes debíamos pagar derechos de autor. Era una situación incomoda porque no era nada económico. Él se dio cuenta que nos estaba afectando, y nos respetó en ese momento, permitió que mostráramos nuestras creaciones musicales.
“Mantenemos una amistad con él. Son casi tres años que aparecemos en su programa. Después de oír nuestras composiciones, confió en la calidad y ayudó en la creación del disco. Metió dinero. Y se tiene planteado que la distribución del material sea en tiendas Mixup. Es difícil adentrase en estas cadenas, pero se lo debemos a los contactos de Carlos.”
En cuanto a las peripecias que padecen los músicos en México, se encuentra el fenómeno de gratuidad del trabajo. “Muchos no reciben honorarios, es un hecho, y afecta a toda la comunidad. Hay empresarios e instituciones que lo convierten un pretexto al decir: “otros no cobran”.
“Se abusa de las ganas que tenemos de tocar. En nuestro caso los músicos en jazz somos tan apasionados que tenemos más ganas de tocar que involucrarnos en cuestiones económicas. Ya es un problema de años, en gran medida se origina, porque en las escuelas no hay clases de music business, como las encuentras en Estados Unidos, en Universidades como la de Berklee”.

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